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Lo que podemos aprender de la relación entre China y Panamá

China ha estado muy pendiente de las manifestaciones ocurridas en varios países latinoamericanos y sus causas. Después del giro que vivió la región tras tener varios gobernantes que simpatizaban con el socialismo del siglo XXI y los altos precios de las materias primas, el péndulo de la geopolítica se movió al otro lado y nos enteramos de que no todos los gobiernos aprovecharon la bonanza económica y el manejo de ese dinero; en ciertos casos, ha sido cuestionado.

En ese contexto, un país de nuestra región hizo las cosas de forma distinta y le fue bien. A finales del año pasado tuve la oportunidad de participar en la Cumbre China – América Latina y el Caribe (LAC) que se realizó en Panamá y allí pude conocer de cerca cómo este país centroamericano se había aproximado al gigante asiático marcando un giro en cómo los países de nuestra región se han acercado al país de Confucio.

La estrategia del Gobierno del presidente Juan Carlos Varela ante China fue “no pedir nada a cambio, sino solo amistad” y se enfocaron en la construcción de una agenda conjunta de acuerdo con los intereses de cada país. Esto fue un acierto de Panamá ante los chinos, puesto que la cultura oriental es más desconfiada que la occidental, y los chinos vieron con buenos ojos que Panamá ofreciera primero amistad y que no se enfocara en hacer negocios a corto plazo, sino que priorizara el establecimiento de las raíces sólidas de la relación bilateral para después pensar en negocios a largo plazo.

En el marco de este acercamiento, Varela estableció un comité ejecutivo que solo manejaba la relación con China. El Gobierno panameño manejó un solo discurso a todo nivel. Esta estrategia es muy similar a la que China utiliza y sirve para que el mensaje sea más efectivo. En otras palabras, los panameños hablaron el mismo “lenguaje” que los chinos. Por ejemplo, si el interés del Gobierno central panameño era la realización de la Cumbre China-LAC en su país o firmar un acuerdo comercial ganar-ganar, esto era mencionado como punto de interés en reuniones a todo nivel y a toda competencia. Todos remaron en la misma dirección. No como ocurre en otros países donde los esfuerzos de cada ministerio o autoridades están desconectados entre sí. La congruencia y sinergia del mensaje de las autoridades panameñas hicieron que en pocos meses ellos avanzaran hasta una quinta ronda de negociación de un tratado de libre comercio, defendiendo sus puntos de interés y construyendo una agenda a beneficio de su país.

Debido a la estrategia exitosa del Gobierno de Varela respecto a China, el presidente Xi anunció que Panamá será “la puerta de entrada para China a la región” a partir del establecimiento de relaciones diplomáticas en 2017, y esto hizo que las empresas privadas, mixtas y públicas empezaran a realizar planes de inversión extranjera directa hacia Panamá sin necesidad de que el Gobierno panameño lo pidiera. Incluso hoy los macroproyectos que se construyen en Panamá como “el cuarto puente” sobre el canal interoceánico los realiza una constructora china sin el mecanismo de endeudamiento ni el esquema de trabajo que otros países latinoamericanos aplicaron en la década pasada. O lo que los críticos llaman “la diplomacia de chequera”.

Que el caso panameño nos sirva para repensar la relación del Ecuador con China y que la celebración de los 40 años de relaciones diplomáticas no se quede en saludos protocolarios, sino que nos subamos decididamente al tren del desarrollo chino. 

José Antonio Hidalgo
José Antonio Hidalgo